En el cuadro Las Hilanderas, de Velázquez , aparecen dos mujeres en primer término. Las dos descalzas, una es vieja y maneja la rueca. La otra, casi de espaldas, joven, devana una madeja en la devanadera.
La anciana es Atenea, la diosa de las artes y la sabiduría, nacida de la cabeza de su padre Zeus. La joven es Aracne, tejedora, hija de un tintorero de Hipepa, hoy Turquía, especializado en el color púrpura.
Cuenta el cuento que Aracne era famosa por sus habilidad tejiendo y bordando. A su taller en Hipepa llegaban encargos que llevaron su nombre por toda Grecia. Todos alababan su maestría.
Con tanta alabanza se volvió soberbia y se llenó de arrogancia. Tanto que se atrevió a decir que era mejor tejedora que Atenea. Atenea se disfrazó de anciana y bajó del Olimpo para advertir a Aracne que con su conducta arrogante estaba insultando a los dioses.
Pero Aracne, soberbia, le retó a tejer ambas un tapiz para así saber quién de las dos era la mejor. Y eso que Atenea era la inventora del arte de tejer…..
Atenea aceptó el reto y tejieron durante un día.
El tapiz de Atenea representaba al Dios Zeus en todo su esplendor y era magnífico. El de Aracne representaba en un friso las veintiuna infidelidades más sonadas del Olimpo.
Al ver el tapiz de Aracne, Atenea montó en cólera por dos motivos: porque era mejor que el suyo y porque el tema elegido por la joven insulta abiertamente al Olimpo. Llena de ira, sacó su puñal y rasgó el tapiz de Aracne.
La joven, temerosa de las consecuencias del enfado de Atenea corrió a ahorcarse con los hilos del tapiz pero Atenea le salvó la vida, a la vez que la convirtió en araña, condenándola a tejer y tejer y tejer hasta el final de los tiempos.
Y así sigue, teje que te teje. Todos hemos visto alguna vez sus telas. Las mañanas de rocíos, escarcha o cencellada, cuelga orgullosa su labor en las hierbas de las cunetas.
Ay! Qué rebonitas las diminutas telas de Aracne tejidas con hilo de fina plata…
1 comentario
Bien por el friso de Aracne. Pocos se atreven a desafiar a los dioses. Y ya lo dijo el sabio: mientras las ovejas sean tontas, el pastor puede ser bruto.